Llevamos una racha en España en la que nuestros políticos parecen empeñados en demostrarnos que la capacidad de legislar disparates no tiene límites. Estos días hemos visto la libertad o la reducción de penas de cientos de delincuentes sexuales, al Tribunal Constitucional declarando el aborto como no contrario a la Constitución, cuando ya desde Hipócrates la ética médica lo condena y para la Iglesia es “un crimen horrible” (Gaudium et Spes 51), la Ley de Violencia de Género, la Ley de bienestar animal, y la Ley Trans, que va avanzando hacia su aprobación definitiva y a la que vamos a hacer referencia.
Cuando estudiaba Bachillerato me enseñaron que en España abundaban los epígonos, es decir que nos enganchábamos a los movimientos de fuera con bastante retraso. Esto podría tener su aspecto bueno, porque podríamos quedarnos con solo las cosas buenas, pero desgraciadamente con la clase dirigente que padecemos no suele suceder así y con frecuencia somos incapaces de aprender de los errores ajenos, como pasa con esta Ley. El mimo día en que el Senado le daba luz verde, leía que en Suecia, uno de los países pioneros de las leyes Trans, prohibían hacer operaciones de cambio de sexo a menores.
En Estados Unidos, la clínica Johns Hopkins, una de las primeras en este tipo de operaciones, dejó de hacerlas, porque al investigar qué había sucedido con cincuenta pacientes que habían sufrido la operación, descubrió que no había sido beneficiosa para ninguno. Pero, sobre todo, la Asociación Americana de Pediatría publicó en el 2016 una declaración sobre la ideología de género de la que tomo estas referencias:
“El Colegio Americano de Pediatras urge a los educadores y legisladores a rechazar todas las políticas que condicionen a los niños para aceptar como normal una vida de suplantación química o quirúrgica de su sexo por el sexo opuesto. Son los hechos, y no la ideología, quienes determinan la realidad.
- La sexualidad humana es un rasgo biológico objetivo binario: XY y XX.
- Nadie nace con un género. Todos nacemos con un sexo biológico. El género, la conciencia y sentimiento de uno mismo como hombre o mujer, es un concepto sociológico y psicológico, no un concepto biológico objetivo… Nadie nace con conciencia de sí mismo como hombre o mujer; esta conciencia se desarrolla con el tiempo y, como todos los procesos de desarrollo, puede desviarse… Quienes se identifican como «sintiéndose del sexo opuesto» o como «algo intermedio» no conforman un tercer sexo. Siguen siendo hombres biológicos o mujeres biológicas.
- Cuando un niño biológicamente sano cree que es una niña, o una niña biológicamente sana cree que es un niño, existe un problema psicológico objetivo en la mente, no en el cuerpo, y debe ser tratado como tal. Estos niños padecen disforia de género.
- La pubertad no es una enfermedad, y los bloqueadores hormonales pueden ser peligrosos.
- Según el DSM-V, hasta un 98% de niños con género confuso y hasta un 88% de niñas con género confuso aceptan finalmente su sexo biológico, tras pasar la pubertad, de forma natural.
- Las tasas de suicidio son veinte veces mayores entre los adultos que utilizan hormonas cruzadas y sufren cirugía de reasignación de sexo.
- Condicionar a los niños a creer que es normal estar toda la vida sustituyendo química y quirúrgicamente su propio sexo por el opuesto constituye un abuso infantil. Respaldar la discordancia de género como algo normal a través de la educación pública y de las políticas legales confundirá a hijos y padres”.
En nuestro país, desgraciadamente, en muchísimos colegios públicos y en no pocos concertados y hasta religiosos, se inculca a los niños que pueden cambiarse de sexo tranquilamente, cuando el resultado normal de ello es, como hemos visto, una catástrofe que arruina la salud física y psíquica de los afectados. Pero nuestros legisladores creen que eso es progresista.