Santiago el Real

Parroquia
Santiago El Real

ARQUITECTURA

NOTA: Por ser el estudio de investigación más reciente, sistemático y exhaustivo sobre la historia del Templo de Santiago el Real de Logroño, el texto de la presente historia está copiado (exceptuando lo dedicado a la “Obra de ampliación”, debidamente señalado) del libro de María Teresa Álvarez Clavijo “Logroño en el Siglo XVI: Arquitectura y Urbanismo”, Volumen 2. Editor: Gobierno de La Rioja, Instituto de Estudios Riojanos, 2003. ISBN:8495747618, 9788495747617

Descripción de la Edificación

La Iglesia de Santiago el Real está ubicada al noroeste de la ciudad, en la calle Barriocepo, y muy próxima al río Ebro. Su situación ha sido siempre privilegiada por estar asentada en una zona alta de la ciudad y lindar, su muro norte con la muralla de la ciudad. Su imponente estructura arquitectónica fue alabada por el rey Felipe II en 1592, según narra Fernando Albia de Castro: “…y quando el año 1592 el prudente Rei don Felipe el 2, passo por Logroño a Aragon, no le pudiendo ver, aunque lo deseo mucho, por venir malo, mando a Francisco de Mora, su architecto maior le sacasse una planta della, hizolo, y vista la alabo mucho…”, aunque el príncipe ya conocía esta Iglesia porque en 1542, junto a su padre, había estado escuchando misa en ella [1].

Rio Ebro - Puente de Hierro - Iglesia y Parroquia de Santiago el Real
La Antigua Iglesia

De la primitiva Iglesia podemos leer en todas las publicaciones que existen, que ningún vestigio queda en la actual edificación, pero no es así, ya que en el interior de la torre que se construyó en el siglo XVI, en el lado suroeste, se conserva una cabeza de un hombre barbado y con grandes ojos almendrados, sin lugar a dudas reaprovechado y perteneciente a la Iglesia medieval. Actualmente su visión es bastante complicada por estar incrustada en el muro exterior de la caja de escaleras de caracol, por la que se asciende hasta el campanario, a la altura del segundo piso de la torre.

La reutilización de materiales antiguos en la nueva construcción, queda bastante claro en la poca documentación que sobre ella existe [2], pero si además tenemos en cuenta unas marcas de cantero aparecidas en el exterior de la cabecera de la Iglesia, durante las obras de restauración de su entorno en mayo de 1990, las cuales tienen gran similitud con las de la Iglesia de Palacio, queda bastante claro la existencia de una Iglesia anterior que habría que fechar en el último cuarto del siglo XII [3]

En la antigua Iglesia de Santiago se construyó, además del templo, un claustro cuya existencia queda claramente reflejada en algunas de las reuniones celebradas en su interior por los parroquianos y de él, señala Ruperto Gómez de Segura, que éste se encontraba junto a la cabecera de la actual Iglesia, en el lado norte [4]

La Cripta

Para salvar el desnivel del terreno y comenzar la construcción de la Iglesia fue necesario hacer una cripta, a la que no pueden atribuirse otro tipo de funciones, ni dar mayor antigüedad al templo, como señala Jerónimo Jiménez, al indicar que “…siendo fiel testimonio de su antiquísima cuna, la conservación en el templo hoy, de un local probablemente de tradición, cual es la cripta-capilla bajo el ábside, nota característica de la construcción de iglesias antiguas que conservaron sus primitivas cámaras o criptas…” [5].

En la actualidad a la cripta se entra por una escalera situada en el altar mayor, en el lado de la Epístola, pero en origen su acceso estaba en el lado del Evangelio. Las obras de restauración llevadas acabo en el templo, no hace muchos años, además de cambiar el aspecto del altar mayor, nos han privado de saber cómo era en origen la cripta, de la que en la actualidad solamente se aprecia una parte de su cubierta, con una bóveda de crucería, que se decora mediante una clave central con motivos vegetales, de la que no podemos ver si apea directamente en el muro o sobre ménsulas, puesto que todo ha sido tapado. En el muro este se abre una pequeño vano que le permite algo de ventilación, aunque su humedad es muy alta.

La Iglesia de Santiago el Real es un edificio de sillería compuesto por su Iglesia, orientada hacia el este; cripta, debajo del presbiterio; sacristía y sala capitular, en el lado sureste; y torre, en el ángulo suroeste. El templo es de una sola nave, de tres tramos, con capillas entre contrafuertes, transepto marcado en planta y en alzado y cabecera ochavada de cinco paños con capillas abiertas entre contrafuertes.

A los pies la Iglesia tiene un tramo más, dividido en tres naves, el central ocupado por el coro. Las capillas de la nave y el ábside se abren al cuerpo de la nave con arcos apuntados más bajos. El sistema de cubiertas es de bóvedas estrelladas de nervios combados curvos en la cabecera y la nave, aunque el último tramo de ésta se ochava en las esquinas mediante grandes veneras sobre las que reposa la cubierta; bóvedas de terceletes en los brazos del transepto; en las capillas entre contrafuertes y del ábside, bóvedas estrelladas sin cruceros; en el coro cúpula ovalada con linterna, en la que se abren seis ventanas; en la capilla del lado del Evangelio cúpula redonda, de menor tamaño que la anterior, rematada por linterna, en la que igualmente se abren seis vanos; y la capilla del lado de la Epístola ha perdido su cubierta original.

Las bóvedas tienen algunas claves decoradas con motivos vegetales, teniendo que destacar en las bóvedas que cierran el tramo recto de la capilla mayor, algunos relieves con veneras y unos jarrones con flores, motivo que se repetirá muy similar en el ábside del Evangelio de la Iglesia Imperial de Santa María de Palacio. Los nervios de las bóvedas de la nave central y la cabecera reposan sobre pequeños capiteles decorados con motivos vegetales y finas columnillas baquetonadas. Las bóvedas que cubren las capillas laterales reposan sobre capiteles, en la parte interior de la capilla, y éstos sobre columnillas baquetonadas que se encajan en las esquinas; y, en la parte exterior, hacia la nave central, sobre ménsulas. Tanto los capiteles como las ménsulas se decoran con motivos vegetales, de talla muy desigual.

Las ventanas que iluminan la nave de la Iglesia responden a dos momentos distintos de la construcción y presentan características diferentes. Dentro de las primeras se encuentran las que se abrieron en el siglo XVI, que son ligeramente apuntadas, abocinadas y se decoran con arquivoltas, que apean en basas de forma estrellada, de iguales características que las basas del resto de la Iglesia, tanto en el interior como en el exterior del templo. De este tipo son los vanos que se abren en el muro sur en la capilla situada en el presbiterio, en el lado de la epístola, en el transepto, en el primer tramo y en el segundo de la nave, así como en el muro norte, del transepto quedan indicios de haberse abierto otra en la capilla situada junto al ábside, en el lado del evangelio. El segundo tipo de ventanas son de arco de medio punto y, probablemente, se hicieron cuando se construyó el coro bajo a los pies y la sacristía, teniendo en cuenta que una se encuentra a los pies de la Iglesia, en el centro del muro oeste, sobre el coro, y la otra en la capilla situada en la cabecera, en el lado de la Epístola, encima de la ventana que ya se había abierto en el siglo XVI, seguramente en un intento de dar una mayor luminosidad a la espaciosa nave central de la Iglesia.

Junto al retablo mayor, en el lado de la epístola, se dejó un pequeño espacio cerrado por una reja de forja, de barrotes cuadrados, en los que alternan zonas lisas con retorcidas, en la parte central con decoración a manera de corazones y en la parte superior, en el centro, mediante chapa recortada en la que se representa una cruz y cuatro veneras. Encima de la reja se tallaron en la pared dos escudos, con puente coronado por tres torres, con oria de tres flores de lis, que corresponden a las armas de la ciudad de Logroño y conservan policromía. Debajo de la reja hay un rótulo en el que puede leerse: “ESTE ES EL ARCHIBO DE ESTA MUI NOBLE I MUI LEAL CIUDAD DE LOGROÑO”. La cerraja de la reja, unida a las dos cerraduras interiores, hacían que tuviera las tres cerraduras necesarias y mandadas en las ordenanzas dadas por los Reyes Católicos en 1500 para este tipo de archivos [6].

Detrás del retablo mayor, en el lado del Evangelio, en un pequeño espacio entre éste y el muro que cierra la propia capilla mayor, se ha conservado la tapa de un sepulcro, sobre la que se talló la figura de un yacente. Parece que éste lleva vestiduras eclesiásticas, guantes en las manos y larga vara en la mano izquierda. Su labra es muy buena, pero los traslados la dañaron en gran medida. Desconocemos a quién puede pertenecer, aunque tal vez estuvo cerca del altar mayor y cuando éste se reformó en el siglo XVII, definitivamente se puso en este lugar.

En la segunda capilla de la nave del Evangelio hay, en el muro norte, dos sepulturas, cobijados por sendos arcos casetonados en su intradós, que pertenecen al maestro Estrella, el de la derecha, y a María de Cabredo, su mujer, el de la izquierda, como puede leerse en éste, en una inscripción situada en la parte izquierda: “MARIA DE CABREDO STELLE, UXOR”. Sobre la cama de la sepultura se tallaron las imagenes de cada uno de los yacentes. Ambas se encuentran en muy mal estado de conservación y apenas si podemos saber cómo iban vestidos. Es posible que, algunos de los deterioros que sufren las dos sepulturas, se produjeran en el siglo XVIII cuando se tapiaron para colocar el altar de la Inmaculada, que fue eliminado en torno al año 1960, permitiendo sacar de nuevo a la luz los cenotafios [7].

En la sepultura de María de Cabredo, se representa a ésta, con un rico tocado en la cabeza, gola en el cuello, túnica hasta los pies y un manto que le pasa por encima del brazo derecho. Su cabeza reposa sobre dos cojines y, a los pies, pudo tener algún tipo de apoyo que resulta imposible de describir, sus manos se juntan sobre el pecho en señal de oración. En el sepulcro del maestro Estrella podemos intuir una larga túnica hasta los pies y gola en el cuello; sobre el pecho junta sus manos en señal de oración y, su cabeza, descansa al igual que la de su mujer, sobre dos cojines, pero en la parte de su derecha se tallaron dos libros, que hacen referencia, sin duda, al cargo de maestre escuela que ejerció en la ciudad durante el siglo XVI. Se mantiene, en ambos sepulcros, el convencionalismo de la horizontalidad de los ropajes. Debajo de las dos sepulturas se tallaron dos cabezas de león, con argollas en la boca, las cuales sirven para indicar el enterramiento y presentan en su talla, características muy similares a las existentes en la capilla de San Marcos de la Iglesia Imperial de Santa María de Palacio.

La sacristía, reformada a finales del siglo XVII, se cubre con dos bóvedas de lunetos, que apean en las esquinas y en el centro de los muros norte y sur sobre pilastras acanaladas con capiteles jónicos. En el lado oeste se conserva la parte inferior de una columna que se correspondería con una esquina del exterior del cuerpo del transepto. En el mismo muro, dos puertas, sirven de comunicación con la sala capitular, construida a finales del siglo XVII, estancia que se cubre con una bóveda de crucería.

El acceso a la Iglesia se realiza a través de una gran entrada monumental, situada en el segundo tramo de la nave de la Epístola. La portada se dispone a manera de un gran retablo, coronándose el conjunto por una gran efigie de Santiago Matamoros. La obra fue realizada en 1654, según la traza de Juan de Raón, y la gran imagen de Santiago Matamoros, así como la hornacina superior que se terminó en 1737 [8].

Del exterior de la edificación, además de su torre, hay que destacar un proyecto de ampliación inacabado a los pies del templo, en el oeste, pudiendo verse un gran arco de medio punto en el centro del muro y otros dos más pequeños, a manera de hornacinas, a los lados. La torre, situada en el ángulo suroeste, es una construcción de sillería, de cinco pisos, cuyo acceso se realiza a través de una puerta situada en el último tramo de la nave de la Epístola de la Iglesia. Los cinco pisos, se separan en el exterior por cornisas de sillería que se encuentran en muy mal estado de conservación y se remata por un cierre liso, rehecho hacia 1991, eliminando el antiguo, formado por balaustres. En el último cuerpo de la torre, encima de los vanos ocupados por las campanas, en el lado sur, se talló un tímpano triangular, que solamente en el lado sur es semicircular y su espacio interior se decoró con dos bustos de hombres, el de la izquierda algo calvo y con barba, tal vez San Pedro, y, el de ha derecha, con barba y sombrero, y portando algo en su mano derecha, pero que no puede llegar a verse con claridad, podría tratarse de Santiago, con el bordón de peregrino.

Eh acceso hasta el último piso de la torre, en el que se encuentra el campanario, se realiza a través de una escalera de caracol de sillería que, al llegar al último piso, es de mampostería. Su estado de conservación no es bueno. En el interior de la torre la única cubierta que se conserva, aunque parcialmente, es la del último piso. Esta es una bóveda estrellada y apea sus nervios en ménsulas situadas en las esquinas, pero ha perdido la plementería y gran parte de sus nervios, seguramente cuando sobre la torre se levanto un piso más, que fue necesario derribar a comienzos del siglo XX. En la actualidad, una escalera de caracol moderna, sirve para subir hasta la azotea de la torre, horadando para ello parte de la plementería de la bóveda.

[1] ALBIA DE CASTRO, Fernando: Memoritil y discurso político por la ciudad de Logroño. Lisboa. Lorenzo Oraesbek, impresor del Rey, 1633. (Reedición facsímil. Logroño. Ayuntamiento de Logroño, Caja Rioja; pág.: 39). GARCÍA MERCADAL, J.: Viajes de extranjeros por España y Portugal. Desde los tiempos más remotos hasta comienzos del siglo XX Tomo II. Salamanca. Junta de Castilla y León, 1999; pág.: 105. [2] Doc. n° 19. [3] Las marcas de cantero con forma de ángulo y de N invertidas se repiten en las dos edificaciones (ÁLVAREZ CLAVIJO, M Teresa: Las artes en la Iglesia Imperial de Sgnta María de Palacio de Logroño (Siglos XII al XVI). Logroño. Ayuntamiento de Logroño. Instituto de Estudios Riojanos, 1995; pág.: 104, especialmente las marcas n° 2 y 3). [4] GÓMEZ DE SEGURA, Ruperto: Las parroquias de Logroño. Logroño, 1941. (Bilbao. Wilsen Ed., 1989; pág.: 16). [5] JIMÉNEZ MARTÍNEZ, Jerónimo: Iglesia de Santiago el Real. Logroño. 1974. [6] A. A. V. V.: Novísima recopilación de las Leyes de España, dividida en XII libros. En que se reforma la recopilación publicada por el señor don Felipe II, en el año de 1567, reimpresa últimamente en el de 1775. Y se incorporan las pragmáticas, cédulas, decretos, órdenes y resolución Reales y otras providencias no recopiladas y expedidas hasta el de 1804. Mandada formar por el señor don Carlos IV. Madrid, 1805. (Reed. Boletín Oficial del Estado. Madrid, sin año; pág.: 281). [7] ZAMORA MENDOZA, José: “El maestro Estrella y su sepulcro en Santiago el Real de Logroño”. Berceo, n° 55. (Logroño, 1960);págs.: 180-183. [8] MATEOS GIL, Ana Jesús: “Los Raón y la arquitectura barroca calagurritana”. IV Jornadas de Arte Riojano. Historia del Arte en La Rioja Baja (La Rioja, 1993). Logroño. I.E.R., 1994; pág.: 143.