Varios “maestros de arquitectura y escultura”, como entonces los llamaban, de bien merecida y notoria fama andaban por la Rioja en la primera mitad del siglo XVII, a cuya época pertenece el retablo, de que hacemos historia.
Hallamos entre varios, a Juan Vascardo o Bascardo, Pedro Arbulo Margubete (de Santo Domingo de la Calzada) y Juan lralzu, sembrando por aquel entonces nuestra región y sus Iglesias de filigranas artísticas, no ya superadas, pero ni siquiera igualadas por las obras posteriores. Hubo uno que durante esos años ejerció su arte en Briones, Fuenmayor y Nájera, para cuyo monasterio de Santa María la Real firmaba un contrato el 9 de agosto de 1631; era el guipuzcoano Juan de Arismendi, natural de Cizúrquil.
Proliferaba en abundancia la pléyade de artistas en Calahorra. Santo Domingo de la Calzada, Logroño, Haro, Briones, Miranda de Ebro, Cabredo (Navarra) y otros, cuyos nombres guardan los archivos diocesanos, catedrales, parroquiales, y conventuales, en documentos de subasta de obras y contratos para las mismas. Como nota, curiosa, por su gran parecido con el retablo de Santiago, sobre todo en lo de las columnas “estrígiles”, quiero citar aquí los de Santa María y Santo Domingo de Silos, laterales en la parroquia de Cañas, y el de San Pedro del monasterio cisterciense de la misma villa, debidos los tres a Francisco de Mallagaray, de Mallavia (Vizcaya), el año 1651 y el más importante, retablo del altar mayor de Cabredo, obra de José Sáenz de Viñaspre en 1673.
Del retablo viejo de la parroquia de Santiago el Real de Logroño quedan restos detrás de la obra actual y acaso la imagen central del Apóstol en traje de peregrino sea también anterior por su sabor arcaico y no responder al estilo general. Parece que el proyecto de hacer nuevo retablo viene ya de principios del siglo XVII, pues en la visita pastoral de 1618 se mencionan “cien ducados que Doña Ysabel de Castro mandó para ayuda de hacer un retablo y de los corridos de todos los años después que se cobraron”.
El año 1624 se habla de deshacer el Relicario (Tabernáculo) y el arco del altar mayor.
“Primeramente del Bajar del Relicario de la costa de la comida de quattro oficiales el día que se bajó y por desacerle, seis reales”.
“Y tem a otro hombre desaciendo el arco del altar mayor, 238 maravedís”.
Posteriormente “se le passan en quenta a Pedro Ximenez siete mill seiscientos y noventa maravedis que consta haver gastado por menor en el hacer el pedestral del altar…”
“Item trescientos seis maravedis de traer el pedaço del pie del altar que es lo que está en el pedestral de casa de Ximenez a la Yglesia”.
Por Logroño andaba entonces (1654-1666) construyendo fuentes Juan de Raon, maestro arquitecto de Calahorra, quien el 9 de diciembre de 1662 firma un contrato para hacer la portada de la misma iglesia de Santiago, cuyas columnas son también “estrígiles” como las del retablo. Un Juan del Pinar, maestro escultor, murió en Logroño el 9 de mayo de 1660. Juan de Amézqueta, maestro de arquitectura, hizo la imagen de Santiago de alabastro de la portada y los jarrones también de alabastro.
El año 1625 se hace “memorIa del dinero que he cobrado yo el Ldo. Miguel de Espinosa de la limosna que los señores parroquianos de la yglesia de señor santiago el Real desta Ciudad de Logroño an dado para ayudar a pagar el Sagrario o custodia del Sanctissimo Sacramento hecho en el altar mayor de dicha yglesia. Se asentó el Sagrario la Víspera de Navidad de 1621”. El Sagrario mencionado aquí no es el actual, o sea el tabernáculo ricamente dorado y francamente barroco, cuya fecha exacta nos consta por una inscripción que lleva y dice: DEUS ABSCONDITUS-1720. Además de no responder la fecha, el antiguo, aunque parezca raro, hemos visto que se desmontó y deshizo el año 1624.
Los autores de la arquitectura del retablo fueron Mateo de Zaballa y su hijo Sebastián, “maestros arquitectos” de Azpeitia (Guipúzcoa) y de la escultura los “maestros escultores” Francisco de Ureta, de Asteasu (Guipúzcoa) y Diego Jiménez, de Cabredo (Navarra). Se comenzó el año 1649, continuándose en años sucesivos. Quedó la obra en madera limpia, sin decorar en policromía, casi un siglo hasta que el año 1740 “fue decorado y estofado” a costa del arzobispo de Burgos, don Manuel de Samaniego y Xaca, natural de Logroño y parroquiano de Santiago el Real. De él se dice que en su sepultura se puso este epitafio: “Hic natus – hic renatus – hic infulatus – hic tumulatus”. Que en romance quiere decir: “Nacido aquí (en Logroño); aquí bautizado (en Santiago); aquí consagrado obispo (en esta iglesia); y aquí (en la misma) enterrado”.
En efecto, en su partida de defunción se dIce que “se enterró a doze Estados en la Sepultura de sus Padres debaxo de la Lámpara de el Altar Mayor”. Lo cual quiere aclarar don Javier Gómez “a doce estados a la derecha del cañón de los ángeles, sepultura propia de sus padres.. Hoy, con el entarimado de la iglesia no es posible dar con el sitio exacto.
Pasando ya a hablar del estilo del retablo, hemos querido ver en nuestros estudios cómo los retablos siguen la orientación de la arquitectura, y por eso se clasifican teóricamente en la época a que nos referimos —desde fines del siglo XVI al XVIII— en los estilos plateresco, renacentista greco-romano, barroco (y en España churrigueresco), y de restauración clásica. Hemos dicho teóricamente, porque en la práctica es muy difícil, si no imposible, establecer una línea divisoria estilística y cronológica exacta en los magníficos e innumerables retablos de las distintas regiones españolas y, de no acudir a los datos documentales del archivo, nos exponemos a errores o inexactitudes.
Porque tratamos del de Santiago, podemos decir de él que, sin abandonar del todo los motivos ornamentales del plateresco – que ya había desaparecido de la corriente artística – se asimila en lo fundamental el estilo renacentista greco-romano como base y desarrollo de la construcción, si bien apunta ya en el retorcimiento de sus líneas algo del barroquismo Importado por los artistas italianos, que comenzaban a ejercer su Influencia decisiva, preparando el camino a nuestro Churrriguera (1660-1723), que llegó a formar el peculiar estilo al que se unió su nombre.
Resumiendo, diremos: El retablo mayor de la iglesia parroquial de Santiago el Real de Logroño está en una zona Intermedia del renacentista greco-romano y del barroco. Son característicos sus fustes estriados en líneas onduladas verticales (no en espiral) llamadas “estrígiles”, lo que le hace constituir grupo aparte, separándole de sus congéneres y contemporáneos.
Artísticamente es rico en elementos tanto fundamentales como decorativos y en su conjunto es una verdadera joya religiosa e histórica por la abundancia de sus esculturas y por los datos que en su expresión narrativa se encierran, como vamos a ver a continuación.