DOMINGO DE LA SAGRADA FAMILIA
(Continuación)
El acontecimiento tiene dos partes bien diferenciadas: Por un lado, la visita a Jerusalén, con todos sus sucesos (Lc. 2,41-50); por otro lado, el desarrollo humano de Jesús en la familia de Nazaret (Lc. 2,51-52).
Tras la visita al templo de Jerusalén, en el bullicio del grupo de peregrinos y regresando a su hogar, María y José se sorprenden al comprobar que su hijo no va en la caravana. Angustiados, regresan a la capital y lo encuentran en el templo, hablando, discutiendo, enseñando,… entre los grandes teólogos del templo y todos los que le oyen se asombran de sus enseñanzas (Lc. 2,43-47). No es cualquier sabiduría la suya, es la sabiduría de Dios. Una pregunta lógica, reprendiendo al hijo: “…le dijo su madre: Hijo, ¿por qué nos has tratado así? Tu padre y yo te buscábamos angustiados” (Lc. 2,48): No es un buen método, el buscar a Jesús, mientras el corazón se desespera,… es más, el verdadero encuentro con Jesús produce paz, sosiego, felicidad,…en nuestro interior. ¿Buscamos al Señor en nuestra vida cotidiana, en todo lo que nos acontece, en las personas con las que convivimos, trabajamos,… especialmente, en los más pobres,…?
A lo que Jesús responde: “¿Por qué me buscabais? ¿No sabíais que yo debía estar en las cosas de mi Padre?” (Lc. 2,49): Teniendo unos maravillosos padres, aquí, en la tierra, Jesús es consciente de su filiación divina,… es el Hijo de Dios. Esa relación de Dios Padre y Jesús es familiar. Pero, ¿quieres (queremos) encontrarnos con Jesús? Busca en todo aquello que te pueda hablar de Dios; es más, intenta transformar todos los acontecimientos de tu vida en acciones de Dios,… ahí estará también Jesús. Y termina esta primera parte, con una reflexión del evangelista: “Pero ellos no comprendieron lo que les dijo” (Lc. 2,50): También a nosotros nos sucede muchas veces lo mismo,… pero aceptémoslo, es Palabra de Dios.
Si en el templo, Jesús se destaca por su sabiduría divina, es el Hijo de Dios; en esta segunda parte del relato, se pone de relieve su humanidad y su desarrollo humano: “…iba creciendo en sabiduría, en estatura y en gracia ante Dios y los hombres” (Lc. 2,52), como fue nuestro proceso de infancia y juventud. Entre medio, una referencia a María: “Su madre conservaba todo esto en su corazón” (Lc. 2,51): Después de doce años, así también se indica en la noche de Belén (Lc. 2,19), la Virgen María sigue guardando todos los hechos, los que entiende y los incomprensibles (Lc. 2,50), en su corazón. ¿Y tú y yo, guardamos todos los hechos de nuestra historia, como obra de Dios, y pensamos con corazón agradecido en ellos?
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