Contenido del Boletín 41

SEXTO DOMINGO DE PASCUA

(continuación)

Además, son de destacar los temas de “guardar los mandamientos de Jesús” (Jn. 15,10), la “alegría” (Jn. 15,11), la “amistad” (Jn. 15,12-15), la “elección” y el “envío” (Jn. 15,16): Todo un itinerario espiritual que tiene su origen en el amor de divino.

En un primer momento, se nos habla de “permanecer en el amor”:

Y se nos habla del amor de Dios Padre a Jesús (“Como el Padre me ha amado,… yo he guardado los mandamientos de mi Padre y permanezco en su amor”: Jn. 15,9.10). El manantial de donde nace todo es el amor de Dios Padre a toda la humanidad, que se ha revelado en la Encarnación, Muerte y Resurrección de Jesús, para que tengamos vida. Los mandamientos de Jesús y de Dios Padre (“Si guardáis mis mandamientos,…”: Jn. 15,10) son expresión del amor y de la vida que nos regala.

Y del amor del Señor a sus discípulos (“…así os he amado yo; …permaneceréis en mi amor;…”: Jn. 15,9.10). Se “permanece” en Jesús siguiéndolo, viviendo según su voluntad, al igual que Él ha vivido unido a Dios cumpliendo su voluntad (“…yo he guardado los mandamientos de mi Padre y permanezco en su amor”: Jn. 15,9). Luego “permanecer” es perseverar.

Y como consecuencia de este “permanecer en el amor”, la “alegría”,… que no es superficial, que no debe ser inestable,… Es la alegría que produce el encuentro con Cristo Resucitado (“Alegraos”: Mt. 28,9, dice Jesús Resucitado a las mujeres; “Y los discípulos se llenaron de alegría”: Jn. 19,20, nos indica S. Juan ante la aparición de Jesús Resucitado a sus discípulos): “Os he hablado de esto para que mi alegría esté en vosotros y vuestra alegría llegue a plenitud” (Jn. 15,11). ¿Sentimos, vivimos,… esta “alegría” de la fe?

Sigue el Señor enseñándonos: Si experimentamos este amor de Dios, este mismo amor nos empuja a compartirlo con los demás: “Este es mi mandamiento: que os améis unos a otros como yo os he amado” (Jn. 15,12). ¿Damos testimonio de nuestra fe con el amor de Jesús? Y en esa comunicación de amor, en ese transmitir el amor de Dios al prójimo, vamos creando “un mundo de amistad” y el Señor nos recuerda que esa ha sido su intención al entregar su vida en la Cruz por todos, sin excepción: “Nadie tiene amor más grande que el que da la vida por sus amigos” (Jn. 15,13). El Catecismo de la Iglesia Católica nos enseña: “La Iglesia,… enseña que Cristo murió por todos los hombre sin excepción: No hay, ni hubo ni habrá hombre alguno por quien no haya padecido Jesucristo” (nº 605). Los cristianos debemos tener a Jesús como modelo de amor hacia el prójimo. Pero nada es decisión nuestra, sino la humilde aceptación que es Él quien nos ha elegido, como amigos, para que demos fruto (Jn. 15,16). Además, “…lo que pidáis al Padre en mi nombre os lo dé” (Jn. 15,16): ¿Qué debemos pedirle a Dios Padre? “Permanecer” en el amor de Jesús, amar al prójimo con el amor de Jesús, dar frutos,… ¿Se lo pedimos?

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HAZ MEMORIA

La liturgia – Una iglesia que celebra

(continuación)

Los siete sacramentos de la Iglesia son, junto a la oración, el cauce ordinario de la gracia, el medio por el que llega a cada cristiano la ayuda que Dios nos da para cumplir la misión que nos ha confiado. De la misma forma que hay acontecimientos en la vida de las personas que marcan toda la existencia, la vida cristiana tiene también unos acontecimientos especiales que la marcan de manera definitiva.

Así, del mismo modo que las personas nacen a la vida, con el sacramento del bautismo los cristianos nos incorporamos a la Iglesia y comienza esa vida cristiana. Al igual que las personas se alimentan y procuran el fortalecimiento de su cuerpo, la vida cristiana se alimenta en la eucaristía y se fortalece en la confirmación. El tratamiento para la enfermedad o la ayuda en los momentos finales de la vida se equipara a los sacramentos de la reconciliación y la unción de los enfermos. El amor y el compromiso con los demás que se vive en la vida tienen su reflejo en el matrimonio y el orden sacerdotal, en la vida cristiana.

Esta fe celebrada es la fe que ha sido anunciada por los catequistas, las obras religiosas, los sacerdotes, los misioneros. En cada una de sus llamadas convocan a la celebración de la comunidad cristiana, y en esa celebración se hace visible el pueblo de Dios, reunido en torno al altar para compartir la fe. De hecho, esta celebración del misterio cristiano tiene dos consecuencias. Por un lado, sostiene la vida del cristiano y la identidad de la Iglesia. Se ha dicho decir que la eucaristía edifica la Iglesia, y la Iglesia hace (celebra) la eucaristía. Cada persona, cada parroquia, cada comunidad, cada misión, cada obra de la Iglesia se edifica, se sostiene en la eucaristía.

Al mismo tiempo, la celebración impulsa la vida y el compromiso de los cristianos que están llamados a dar testimonio de lo que viven y de lo que celebran. El envío final de la eucaristía y de todos los sacramentos, el id, es un mandato para una misión. En la celebración de la Iglesia el cristiano queda comprometido con un envío misionero.

Casi diez millones de personas celebran con regularidad la eucaristía y los otros sacramentos de la vida cristiana. Mucho otros tienen en la celebración de la Iglesia el referente de su vida religiosa. A esa celebración se dedican sacerdotes y religiosos con un compromiso completo de su vida, conscientes de que esa celebración sostiene la Iglesia. España entera, en cada lugar, en cada pueblo tiene su lugar de celebración, hasta el punto de que en buena parte del país el lugar más conocido y más reconocido es el lugar de la celebración cristiana: la parroquia, la basílica, la ermita, la catedral.

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MARCAR LA X EN LA DECLARACIÓN DE LA RENTA

(continuación)

En medio de la situación de pandemia que padecemos, la Iglesia es refugio para quien no tiene casa, alimento para quien pasa hambre, y esperanza para quien se siente solo. Es la luz que alumbra a toda persona. Porque la Iglesia somos tú, yo y todos. Ahora y siempre. La Iglesia es más de lo que se ve a primera vista. Su presencia es un gran bien para toda la sociedad, especialmente, para los más olvidados.

Nuestra Iglesia diocesana, formada por fieles laicos, religiosos, sacerdotes y obispo, ha estado desde un primer momento presente y operante en la lucha contra la pandemia. Cada uno en su lugar: en las parroquias, en las cáritas, en los conventos, en las asociaciones y movimientos, en los colegios, en las residencias, en las cárceles, en los hospitales, en ONGs, etc.

Desde la unidad, la Iglesia hemos sido luz en la oscuridad y esperanza en el sufrimiento, haciendo el bien a todos desde multitud de ámbitos, ofreciendo nuestras instalaciones y todo lo que somos, y en estos momentos es necesaria nuestra colaboración, porque juntos, sumando esfuerzos y voluntades, logramos un mundo mejor.

Son muchas las formas en las que la Iglesia, a través de sus diferentes realidades, lleva a cabo su misión de difundir la palabra de Dios y promover la dignidad del ser humano, muy especialmente durante estos duros meses de pandemia, en los que la Iglesia y todas las personas que la conforman se ha volcado con todo lo que tiene y con todo lo que es, poniendo todos los recursos al servicio de la sociedad, del bien común. En lo material, en lo espiritual y en lo humano.

Datos nacionales en 2020

  • El número de declaraciones a favor de la Iglesia ha sido de 7.297.646.

  • Teniendo en cuenta las declaraciones conjuntas, más de 8,5 millones de contribuyentes eligen con libertad destinar a la Iglesia el 0,7% de sus impuestos.

  • Esto supone que el porcentaje de contribuyentes que asignan a la Iglesia es del 32,15%.

La cifra de declaraciones a favor de la Iglesia es de 106.000 más que el año anterior, una muestra del respaldo de la sociedad a la labor que la Iglesia desarrolla y que es de una muy especial ayuda para afrontar el aumento de necesidad de ayuda al prójimo provocada por la pandemia.

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PARROQUIA EN CASA

– UN AÑO DESPUÉS –

(continuación)

El año pasado, en la quinta semana de Pascua (del 10 al 15 de mayo), se cumplían 2 meses de confinamiento. El hartazgo sentido y expresado la semana anterior se aliviaba ante las medidas de apertura que se anunciaban y se creaba la expectativa sobre la forma en que se podrían realizar las reuniones parroquiales… se esperaba el protocolo sanitario.

La peticiones a la Virgen de la Esperanza seguían llegando, lo que evidenciaba la participación e interés de todos de segur comunicados.

El lunes comenzaba la fase 1. La iglesia se empezó a adecuar a las nuevas posibilidades. Don Ignacio, fiel a su homilía, la enviaba, a todos, todos los días.

En la iglesia de Santiago se llevaron a cabo todas las medidas de seguridad. Cada vez que alguien se confesaba, había que esperar unos minutos para que desinfectara el lugar donde había estado el que se confesaba. Las distancias se guardaban más allá de lo recomendado. La Comunión cuidadísima y gel en varios lugares de la Iglesia. Sensación de total seguridad. Al salir de la Iglesia se colocó un cestaño para los que querían contribuir.

El aforo máximo de la iglesia se estableció en 160 personas, se indicaron los sitios autorizados a ser ocupados.

Foto de la primera celebración siguiendo el protocolo indicado. (12 de mayo 2020)

Por acuerdo del Consejo parroquial, el jueves se expuso el Santísimo como se venía haciendo cada jueves.

El papa Francisco convocó a los creyentes de todas las religiones a una jornada global de rezo y ayuno para pedir por el fin de la pandemia del coronavirus.

La iglesia de Santiago, con mucha ilusión, se engalanó para recibir a todos… con el mismo entusiasmo que se preparaba la celebración del día de San Isidro que se sabía que, como en años anteriores, en esas circunstancias, no se podría procesionar.

El 13 de Mayo se conmemora la virgen de Fátima. Para esta ocasión se han cantado nuchas canciones a la Virgen. Como curiosidad, alguien el año pasado, compartió esta canción especial:

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