Contenido del Boletín 80

ROSARIO DE LA AURORA

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Este año es especial porque, después del largo paréntesis que nos ha impuesto la pandemia, podremos volver a hacer el rosario por las calles de nuestra ciudad. El próximo sábado 28 de mayo  comenzaremos el Rosario en la plaza del Espolón a las 6,30 horas. Se irá en procesión con la Virgen de Fátima por el recorrido habitual rezando y cantando el rosario  para finalizar en nuestra parroquia con la celebración de la Misa en torno a las 7,30.

Atendiendo a la petición que el Papa Francisco ha hecho a toda la Iglesia, este año rezaremos especialmente por la Paz en Ucrania y en todo el mundo. La Santa Misa que se hará en la iglesia de Santiago al finalizar el rosario  será presidida por nuestro Obispo D. Santos Montoya.

El rosario está organizado por la parroquia de Santiago el Real con la colaboración de la cofradía de la Virgen de la Esperanza y de Jesús Nazareno, la Corte de la Virgen del Pilar, la Asociación de la Medalla Milagrosa,  la Hospitalidad de la Virgen de Lourdes y La Milicia de Santa María.

Que procuremos participar y difundir entre nuestros amigos y conocidos esta actividad de oración y penitencia en honor de la Virgen. ¡Ella bien lo merece!

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VI DOMINGO DE PASCUA

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“El que me ama guardará mi palabra, y mi Padre lo amará, y vendremos a él y haremos morada en él” (Jn. 14,23): Quienes creemos en la Palabra de Jesús (quienes “guardamos su Palabra”), lo amamos, y Él y Dios Padre están presentes en nuestras vidas,… Somos “templos” de Dios. Quienes creemos en el Evangelio, somos capaces de “amar hasta el extremo” (Jn. 13,1) y, por ello, Dios nos ama. ¿Vivimos como “hijos” de un mismo Padre y como “hermanos menores” de Jesús? ¿Nos sentimos, experimentamos, vivimos,… esta presencia de Dios en nuestras vidas?, si es así, ¿qué consecuencias tiene para nosotros?

“Amar” a Jesús supone identificarnos con Él, pero, en ocasiones, no nos es fácil entender todo lo que nos quiere decir, no nos es fácil vivir el amor como Jesús nos ha enseñado; de ahí, la promesa: “Os he hablado de esto ahora que estoy a vuestro lado, pero el Paráclito, el Espíritu Santo, que enviará el Padre en mi nombre, será quien os lo enseñe todo y os vaya recordando todo lo que os he dicho” (Jn. 14,25-26): El Espíritu Santo, “el Paráclito” (el auxiliador, el docente,…), que hemos recibido en el Bautismo, será quien enseñe, nos haga recordar,… todo lo que Jesús nos ha dicho. No nos dará una doctrina nueva,… profundizará y nos hará entender lo enseñado por Jesús. ¿Nos esforzamos por conocer mejor la Palabra de Dios? ¿Permitimos al Espíritu Santo que nos guíe en nuestras vidas?

“La paz os dejo, mi paz os doy; no os la doy yo como la da el mundo” (Jn. 14,27): Jesús se despide de sus discípulos no deseándoles “la paz”, como sería lo habitual en el saludo judío, sino dándoles “la paz”, que no es una simple ausencia de conflictos, sino que es armonía personal y del grupo, bienestar, reconciliación universal,… ¿Hemos experimentado el don de la paz? ¿Lo sabemos transmitir?

 “Paz” que debe alejar de nosotros todo miedo:   “Que no se turbe vuestro corazón ni se acobarde” (Jn. 14,27). ¿Qué cobardías ahogan la presencia de Dios en nosotros?

Si la partida de Jesús al Padre puede parecer una derrota (debe pasar por el aparente fracaso de la Cruz), esta “paz” que ofrece Jesús, para “ir” a Dios y para seguir presente en cada uno de los creyentes, debe “alegrar” el corazón de sus discípulos: “…os alegraríais de que vaya al Padre,…” (Jn. 14,28). ¿Vivimos la alegría de ser cristianos, de sentirnos amados por Dios, de amar al prójimo,…?

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PASCUA DEL ENFERMO

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La Iglesia española se acerca tradicionalmente en este domingo, en el seno de sus comunidades parroquiales, al mundo de los enfermos, sus familias y los profesionales sanitarios, así como mostrando el rostro de Cristo curando y acompañándolos. Acompañar a quienes sufren como consecuencia de la enfermedad es una obra de misericordia y una finalidad fundamental en la Pastoral de la Salud.

El Papa nos recordaba en el Mensaje de la Jornada  Mundial del enfermo 2022 cómo el sufrimiento de nuestros hermanos se convierte en una urgente llamada a ser “testigos de la caridad de Dios que derramen sobre las heridas de los enfermos el aceite de la consolación y el vino de la esperanza, siguiendo el ejemplo de Jesús, misericordia del Padre” y así acompañarlos en su sufrimiento.

Las experiencias vividas y sufridas como consecuencia de la pandemia nos invitan a aumentar el cuidado mutuo. Todos conocemos el rostro y las circunstancias de quienes, de hecho, se sienten solos, no comprendidos y no escuchados. Ancianos, adultos, jóvenes y niños pueden ser víctimas de la cultura del descarte. Seamos portadores de esperanza a cuantos sufren por la enfermedad, sin olvidarnos de cuantos cuidan a los enfermos y de aquellos que padecen enfermedades menos “visualizadas” que provocan un sufrimiento grande como las personas con enfermedad mental (la depresión es cada vez más frecuente y en edades más bajas, el suicidio como segunda causa de muerte en los jóvenes).

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PEREGRINACIÓN CON ENFERMOS A LOURDES

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Nuestro obispo don Santos dedica unas palabras a la Hospitalidad:

Queridos miembros y colaboradores de la Hospitalidad de Nuestra Señora de Lourdes:

Me alegra poder dirigirme a todos los que hacéis posible esta gran obra en favor de los enfermos y desfavorecidos, aquellos que no podemos olvidar en la Iglesia, por tratarse de los preferidos del Señor, y por tanto, los que hemos de tener bien cerca en nuestra vida cristiana.

Acabamos de terminar las celebraciones de la Semana Santa en las que hemos vuelto a introducirnos en el misterio de nuestra salvación, un abismo de generosidad por parte de Dios hacia nosotros que es imposible abarcarlo con nuestra pequeñez, pero que sin poderlo agotar, sabemos que nos da el sentido para todo lo que vivimos.

Hemos visto al Hombre perfecto, hecho varón de dolores por cada uno de nosotros, alguien ante el que se oculta el rostro, desfigurado como estaba por el amor de su entrega. Este Cristo roto es el que se ha querido identificar con tantas personas que sufren en sus propias vidas el misterio de la enfermedad y del dolor, y vosotros queridos hospitalarios, sois los que a modo de cirineos acompañáis su itinerario para aliviar la carga con la que se encuentran. Si aquel compañero de la cruz del Señor quedó transformado por compartir la suerte del Nazareno, vuestras experiencias hablan precisamente del efecto gozoso que produce en cada voluntario el trato cercano con el enfermo. Porque os fiais de los caminos transitados por el Señor, recibís el premio reservado a los que se dejan afectar.

Vuestra labor pone en el centro a la persona sufriente, la mostráis sin complejos, volviendo el rostro desfigurado hacia los demás para puedan descubrir la dignidad de estas personas que no desaparece por la pérdida de determinadas facultades. Cuánto bien hacéis, y más en estos momentos, en los que se quiere normalizar una mentalidad que no resiste el deterioro de la persona, que pierde su valor si no guarda determinados cánones sociales y justifica atajos para desentenderse del auténtico problema del enfermo que sufre.

La contemplación de lo celebrado en la Semana Santa, nos refresca la mirada hacia el doliente, en su cuerpo o en su alma, y el acontecimiento de la Pascua nos aclara definitivamente el sentido de todo, la nueva mirada hacia la realidad.  Lo hemos visto en las escenas de resurrección, con María Magdalena, la que preguntó llorando, muy de mañana, al hortelano dónde estaba su Señor, que había desaparecido del sepulcro.  Y es que ese hortelano, Cristo camuflado en este personaje, es el que se encuentra en  todo ser humano, especialmente en el más necesitado, de modo que en nuestro vivir cotidiano podemos estar tratando con el mismo Resucitado sin darnos cuenta, porque Cristo se ha querido identificar con cada persona, de modo que lo que hacemos con el prójimo, realmente se lo estamos haciendo a él.

Mi agradecimiento por vuestra dedicación que nos ayuda a mirar de un modo distinto al mundo de la enfermedad y del dolor, y que tanta alegría reparte entre los que están a vuestro lado. Un saludo con todo afecto y la bendición de Dios,

+Santos Montoya Torres

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