Contenido del Boletín 46

SAGRADO CORAZÓN DE JESÚS

(continuación)

Rendir culto al Sagrado Corazón de Cristo significa adorar aquel Corazón que, después de habernos amado hasta el fin, fue traspasado por una lanza y, desde lo alto de la cruz, derramó sangre y agua, fuente inagotable de vida nueva. Como escribió San Juan Pablo II, “junto al Corazón de Cristo, el corazón del hombre aprende a conocer el sentido verdadero y único de su vida y de su destino, a comprender el valor de una vida auténticamente cristiana, a evitar ciertas perversiones del corazón humano, a unir el amor filial hacia Dios con el amor al prójimo. Así -y esta es la verdadera reparación pedida por el Corazón del Salvador- sobre las ruinas acumuladas por el odio y la violencia, se podrá construir la civilización del Corazón de Cristo”

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DOMINGO 11º DEL TIEMPO ORDINARIO

(continuación)

“Con muchas parábolas parecidas les exponía la palabra, acomodándose a su entender” (Mc. 4,33): Es interesante comenzar por esta expresión de S. Marcos para conocer el método didáctico del Señor. Las parábolas son imágenes y comparaciones, tomadas de la vida de quienes escuchan, para acercarlos a lo que desconocen y así aprendan a comprenderlo. En este caso, dirigiéndose el Señor a unas personas del mundo agrícola, les habla sobre el Reino de Dios, sobre la presencia de Dios en nuestras vidas, con escenas propias del trabajo de labranza.

En la primera parábola (Mc. 4,26-29), la semilla de un cereal germina hasta llegar a grano, a pesar que el sembrador desconoce el cómo. En la segunda (Mc. 4,30-32), una pequeñísima semilla, que se puede perder entre los dedos del labrador, la semilla de mostaza, llega a convertirse en una gran hortaliza, a pesar de que el sembrador desconozca el por qué. Y, ¿qué es lo que Jesús quiere enseñar a sus oyentes? Que Dios está presente en sus vidas, a pesar de no ser conscientes siempre de esta verdad o que nos parezca insignificante; que Dios está comprometido con la vida de toda la humanidad, con un compromiso total.

No quiere hablarnos el Señor de teorías abstractas,… quiere hablarnos del misterio de Dios Padre, para que podamos comprender un poco. Nos habla de un Dios que entra en nuestras vidas, que actúa, que nos quiere tomar de la mano y guiarnos por este mundo,… Pero esta enseñanza de Jesús es también una exigencia: Se nos invita a creer y a dejarnos llevar por esta fe.

¿Te das cuenta que, desde que conociste a Dios, desde que “sembraron” en ti la fe, has dado muchos frutos? ¡¡Qué misterio!! No se debe exclusivamente a tu esfuerzo, es Dios el que ha hecho tu vida fértil. ¿Te das cuenta que, con está acción de Dios, apoyada por tu esfuerzo de obrar con bondad, otros han acogido la verdad del Evangelio y “viven como los pájaros bajo su sombra” (Mc. 4,32)?

Cuando te tiente la idea de que tu testimonio de vida cristiana no sirve, recuérdalo, es obra de Dios, quien de forma callada hará que dé fruto abundante.

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QUÉ QUEDA EN NUESTRA IGLESIA DE 1521

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Ante todo sabemos que la iglesia no era como la vemos ahora, en el año 1500 un incendio destrozó  buena parte de la iglesia medieval y poco después se inició la construcción de la iglesia renacentista. Sabemos que la construcción actual no se terminó hasta 1550, pero suponemos que en 1521 ya estaría construido el ábside y las primeras bóvedas.

Sobre esta base podemos pensar que en el presbiterio se  encontraría el retablo gótico con la imagen de Santiago, la que actualmente está en el centro del retablo, rodeada de las tablas que se han restaurado recientemente y que están actualmente junto a la pila bautismal. En la foto adjunta recreamos cómo sería su situación pues se sabe con seguridad que estuvo en el ábside hasta el siglo XVII.

Por supuesto que también estaba en nuestra iglesia de Santiago la imagen de la Virgen de la Esperanza a la que, según la tradición rezaban los logroñeses para pedir la liberación de la ciudad y que seguramente es el inicio de la consideración de la Esperanza como patrona de Logroño. En aquel momento no tenía la corona que luce ahora, así que posiblemente estuviera con la corona que tiene la misma imagen. Aunque en ese momento es posible que la Virgen estuviera vestida como en algunas fotos antiguas que se conservan.

También estaba la imagen de Cristo  crucificado que actualmente se venera en la capilla situada a los pies de la iglesia. Este Cristo fue colocado en lo alto del retablo mayor del siglo XVII, pero en 1521 no existía ese retablo y no sabemos dónde estaba colocado, pero seguro que era objeto de devoción de los logroñeses.

Todas estas imágenes sabemos que estaban en esa época porque son anteriores al siglo XVI. Hay otras dos imágenes del siglo XVI, el Cristo y la Virgen que están en la cripta,  que suponemos fueron realizadas en fecha posterior.

No podemos saber cómo era la arquitectura de esa época ni otras imágenes que han podido desaparecer a lo largo del tiempo. Sirvan estas notas para recordar lo que, con seguridad, veían en nuestra iglesia los logroñeses de 1521.

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CENTENARIO DE LA PRESENCIA DE LA VIRGEN DE LA ESPERANZA EN LA PROCESIÓN DEL DÍA DE SAN BERNABÉ

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Aquel 10 de junio el tradicional recorrido del Santo desde el Consistorio hasta la Concatedral de la Redonda para las Vísperas se vio ampliado acudiendo la corporación municipal con el santo en primer lugar a recoger la imagen de la Virgen de Santiago.

Por primera vez las imágenes patronales formaron parte de un mismo cortejo y a la llegada a la Concatedral de la Redonda también se vivió un momento histórico, puesto que fue la primera vez en la historia que Nuestra Señora de la Esperanza pisaba el primer templo de la ciudad.

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HAZ MEMORIA

Labor Pastoral: Enviados a una misión

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La misión del pastor de alimentar al rebaño, de protegerle en los peligros, de acompañarlo a los pastos más suculentos, de curar a los que están enfermos es la que, en la Iglesia, realizan los obispos, los sacerdotes, los religiosos, todos los consagrados al servicio del Pueblo de Dios.

Es lo que se llama la acción pastoral de la Iglesia y que tiene muchas expresiones, que se pueden resumir en estas cuatro dimensiones: acompañar, cuidar, curar y proteger al Pueblo de Dios. En ellas cabe desde la catequesis, la visita a los enfermos y a los presos, el cuidado de los moribundos, los colegios, las editoriales de la Iglesia y sus medios de comunicación, la confesión y el acompañamiento espiritual,… Toda la actividad de la Iglesia tiene como fin el servicio al Pueblo de Dios.

A lo largo de la historia de la Iglesia, son abundantes los testimonios de aquellos que han entregado su vida, como el buen pastor, en el cumplimiento de la misión que habían recibido: catequistas, sanitarios, sacerdotes, misioneros, miles de santos, en cualquier lugar del mundo, en cualquier momento de la historia: Teresa de Calcuta, Juan Pablo II, Óscar Romero, Benito Menni, Catalina Labouré, Teresa de Ávila, Agustín de Hipona, Pablo de Tarso, son ejemplos de una multitud de personas que se entregaron a la misión pastoral de la Iglesia, entendida tanto en lo material como en lo espiritual.

No obstante, aunque la misión pastoral la realizan con toda su vida los consagrados, todos los demás bautizados participan también de esa misión, según su vocación y su lugar en la Iglesia. Los fieles laicos hacen presente el testimonio cristiano en el mundo de trabajo, de las relaciones personales, de la política, etc. Pero muchos de ellos, además, colaboran en la misión pastoral de la Iglesia según sus posibilidades y sus capacidades. Lo hacen dedicando una parte de su tiempo a esa labor, en cualquiera de sus campos: dando catequesis, acompañando a enfermos o visitando a presos como voluntarios, en los ministerios laicales de acólitos y lectores.

Esta actividad pastoral se prolonga en la Iglesia, continuando la misión de Jesucristo, sacerdote, profeta y rey, hasta el final de los tiempos. De la labor pastoral brota la acción social de la Iglesia, el empeño por cuidar al Pueblo de Dios se prolonga a todas las personas que están cerca, sean o no, parte de la Iglesia. La responsabilidad de sus miembros en la misión pastoral de la Iglesia es garantía del cumplimiento del mandato de Jesús, que dejó dicho: “Id por todo el mundo y anunciad el Evangelio”.

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