Contenido del Boletín 37

EL JARDÍN DE LA RESURRECCIÓN

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La tumba vacía: es un testigo mudo de que la muerte fue vencida. Así encontraron los apóstoles la tumba, vacía con los lienzos en el suelo o doblados. La tumba vacía nos habla de que Cristo Vive, que ha vencido la muerte, que la tumba ha dejado de contener un cadáver para ser testimonio de la Resurrección.

Las flores: El jardín está lleno de flores. Durante la Cuaresma se aconseja que las flores no tengan un protagonismo en las celebraciones litúrgicas, pero en la Pascua están siempre presentes. Las flores hablan siempre por sí solas de fragancia, de belleza, de vida, de  la alegría y el gozo de la resurrección.

La luz: Jesús es la luz del mundo. Su resurrección es la luz que disipa definitivamente las tinieblas del pecado y de la muerte. La luz es para alumbrar, para guiar, para calentar. La liturgia de la Iglesia recrea este misterio de la luz con el fuego de la vigilia pascual y con el cirio, su simbólica imagen resucitada, su nuevo y definitivo icono pascual.

El agua: Jesucristo es el agua viva, el manantial de la vida, la fuente de esperanza, el hontanar de la felicidad. Quien la bebe nunca más tendrá sed. El agua es signo de vida, de limpieza, de purificación, de fecundidad. Con el agua y en agua renacemos a la vida nueva por el bautismo. La liturgia de la vigilia pascual bendice el agua en la noche santa y en esta agua renueva su fe y las promesas bautismales.

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SEGUNDO DOMINGO DE PASCUA

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Seguimos en el mismo día de la Resurrección de Jesucristo, pero en el anochecer: “Al anochecer de aquel día, el primero de la semana,…” (Jn. 20,19); y hemos cambiado el escenario, ya no estamos en el sepulcro sino en medio de la ciudad de Jerusalén,… “…estaban los discípulos en una casa, con las puertas cerradas por miedo a los judíos” Jn. 20,19). “Miedo”, experiencia muy humana (Dios teme únicamente que nos separemos de Él y, más que miedo, ese hecho le produce tristeza); “Miedo” que invade nuestra cabeza y nuestro corazón; “Miedo” que, en muchas ocasiones, decimos que resolvemos aislándonos de todo y de todos, como los discípulos, “cerrando las puertas” de nuestra vida,… incluso al mismo  Dios. ¿Qué miedos hay en mi vida? ¿Qué miedos me pueden separar del prójimo y de Dios?

Si nos aislamos de Dios, Él toma la iniciativa, y es capaz de atravesar “las puertas” de nuestro corazón y hacerse presente en nuestras vidas: “Y en esto entró el Señor, se puso en medio…” (Jn. 20,19). No puede ser el miedo el centro de nuestra vida, sino Jesús Resucitado. Y lo mejor para combatir el “miedo”, la paz; “paz” en nuestra cabeza, en nuestro corazón,… en nuestras vidas,… “…y les dijo: Paz a vosotros” (Jn. 20,19). ¿Soy instrumento de la paz del Señor en mi vida cotidiana? Pero, además, la presencia de Jesús Resucitado produce “alegría”: “Y los discípulos se llenaron de alegría” (Jn. 20,20). ¿Qué “alegrías” vivo en mi corazón? ¿Soy motivo de alegría o de tristeza, enfurecimiento,… para quienes me rodean? Paz, alegría, que no pueden reducirse a una experiencia personal, sino que deben comunicarse a tantas personas que viven mil temores, mil sufrimientos,… por ello, el Señor sigue diciéndoles: “Como el Padre me ha enviado, así os envío yo” (Jn. 20,21). Pero, la tarea no es sencilla, debemos ser signo del perdón de Dios y sanar las consecuencias del pecado, que hacen sufrir al ser humano: El dolor, la soledad, la pobreza, la violencia, las marginaciones, el vivir de espaldas a Dios,…Entonces, Jesús les otorga el don más grande: “Recibid el Espíritu Santo; a quienes les perdonéis los pecados, les quedan perdonados;…” (Jn. 20,22-23). ¿Somos signo del perdón de Dios,… perdonamos,… pedimos perdón,… aceptamos el perdón que nos ofrece el prójimo,…?

Pero no todos llevan el mismo ritmo a la hora de creer en el Señor Resucitado, algunos son más lentos,… Han pasado ocho días (Jn. 20,26), como hoy hace casi veintiún siglos,… El discípulo Tomás es capaz de afirmar “Si no lo veo, no lo creo” (Jn. 20,24-25). Y Jesús debe volver a aparecerse a la comunidad (Jn. 20,26-27), para que Tomás pueda confesar su fe: “¡Señor mío y Dios mío!” (Jn. 20,28), y el Señor Resucitado, volviendo sus ojos hacia nosotros, pueda pronunciar la última bienaventuranza del Evangelio: “Bienaventurados los que crean sin haber visto” (Jn. 20,29). ¿Cómo está mi fe,… Creo en Cristo Resucitado,… es el misterio de la Resurrección el que guía mi vida?

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BALANCE DE LA SEMANA SANTA

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Con la Virgen de los Dolores recorriendo la iglesia y la banda en el presbiterio. Con la procesión del Encuentro que nos permitió ver la imagen del Nazareno en un lugar singular y muy bien decorada, con la intervención impresionante de la banda y el juego de luces y sombrar que nos permitió vivir la procesión con gran intensidad. Y con la pequeña procesión de Ramos al comienzo de la misa del domingo y la entrada de la cruz el Viernes Santo portada por los cofrades.   

En la decoración el equipo responsable se multiplicó para ayudarnos a vivir cada celebración. El monumento se puso en un lugar distinto, para que con las limitaciones de usos de los bancos pudiera verse bien desde toda la iglesia, y quedó muy bien, lo mismo se puede decir de la decoración de Pascua que guardó una continuidad con lo que se nos propuso en la Cuaresma.

También el trabajo de los sacerdotes y los seminaristas que procuraron ayudar a todos a vivir las celebraciones no solo externamente, sino de un modo profundo. Y destacar finalmente el esfuerzo de los encargados de la acogida para distribuir a los fieles en los espacios y cuidar las normas sanitarias, la pena es que cada día fueron numerosas las personas que se quedaron en la calle sin poder acceder a la iglesia porque se había completado el aforo permitido.

Seguro que aún se puede hacer mejor muchas cosas, pero el balance es muy positivo y podemos sentirnos todos orgullosos.

¡Gracias a todos!

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PARROQUIA EN CASA

– UN AÑO DESPUÉS –

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El año pasado, la semana después de la Semana Santa del 13 al 20 de abril, se cumplía un mes del confinamiento del que no se vislumbraba un fin próximo. La conexión “virtual” de la parroquia funcionaba bien, la reflexión inicial de cada día por Don José Ignacio, así como el Evangelio diario con su comentario por Don Ignacio Insausti centraban el día y servían de motivación.  Los juegos, impulsados sobre todo por Javier Ferrer, eran muy aceptados. En general, esa semana no fue tan intensa como la de la Semana Santa… aun así, participaban muchos, con mucho entusiasmo.

La alegría de la pascua se reflejo en el video en el que muchos participaron… fue bien recibido, así como su complemento.

Mariano Moracia, Hermano Mayor de la Cofradía de la Esperanza, cada noche cerraba el “chat” con un recuerdo a la Virgen patrona de Logroño. Pidió la colaboración de todos para “llenar las redes sociales de Esperanza”, solicitando una foto de cada quien con una imagen de la Virgen. Su llamado fue bien correspondido.

Por ser segunda semana del mes, el jueves hubo la correspondiente Adoración del Santísimo, que se siguió desde casa haciéndose coincidir con la oración diaria a la Virgen de la Esperanza.

El sábado de esa segunda semana era el 18 del mes, día dedicado a la Virgen de la Esperanza que se celebró llevando la Imagen de la Virgen a la puerta de la iglesia, que se abrió de par en par acompañados por el Sr. Pablo Hermoso, alcalde de Logroño. Posteriormente la imagen se dejó en la Capilla frente a la puerta que permaneció abierta, ante la cual se realizaron las peticiones enviadas por los participantes.

Por la tarde a las 19,30, los que quisieron pudieron unirse desde sus casas al rezo del Santo Rosario que ante la imagen de la Virgen de la Esperanza se hizo en la iglesia de Santiago. No hubo que salir de casa para que muchos logroñeses se unieran en esta oración a nuestra patrona pidiendo el final de esta epidemia de coronavirus.

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