RENOVAR NUESTRO BAUTISMO
(continuación)
Para esta renovación nos puede ayudar pensar lo que ha representado el Bautismo en nuestra vida. A esa reflexión nos puede ayudar lo que decía sobre el Bautismo el papa Francisco en su audiencia del 8 de enero de 2014:
“El Bautismo es el sacramento en el cual se funda nuestra fe misma, que nos injerta como miembros vivos en Cristo y en su Iglesia. Junto a la Eucaristía y la Confirmación forma la así llamada “Iniciación cristiana”, la cual constituye como un único y gran acontecimiento sacramental que nos configura al Señor y hace de nosotros un signo vivo de su presencia y de su amor.
Puede surgir en nosotros una pregunta: ¿es verdaderamente necesario el Bautismo para vivir como cristianos y seguir a Jesús? ¿No es en el fondo un simple rito, un acto formal de la Iglesia para dar el nombre al niño o a la niña? Es una pregunta que puede surgir. Y a este punto, es iluminador lo que escribe el apóstol Pablo: “¿Es que no sabéis que cuantos fuimos bautizados en Cristo Jesús fuimos bautizados en su muerte? Por el Bautismo fuimos sepultados con Él en la muerte, para que, lo mismo que Cristo resucitó de entre los muertos por la gloria del Padre, así también nosotros andemos en una vida nueva” (Rm 6, 3-4). Por lo tanto, no es una formalidad. Es un acto que toca en profundidad nuestra existencia. Un niño bautizado o un niño no bautizado no es lo mismo. No es lo mismo una persona bautizada o una persona no bautizada. Nosotros, con el Bautismo, somos inmersos en esa fuente inagotable de vida que es la muerte de Jesús, el más grande acto de amor de toda la historia; y gracias a este amor podemos vivir una vida nueva, no ya en poder del mal, del pecado y de la muerte, sino en la comunión con Dios y con los hermanos.”
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DOMINGO DEL BAUTISMO DEL SEÑOR
(continuación)
Y Jesús llega al río Jordán (Mc. 1,9): Del mismo modo que el pueblo de Israel tuvo que cruzar el Jordán para entrar en la Tierra Prometida (Jos. 3,14-17), nosotros, los que creemos en Jesús, hemos sido bautizados para llegar a la vida del cielo, prometida por Jesús.
“…vio rasgarse los cielos…” (Mc. 1,10): “¡Ojalá rasgases el cielo y descendieses! En tu presencia se estremecerían las montañas” (Is. 63,19), anunciaba el profeta Isaías. Al final del Evangelio, en el momento de la Crucifixión de Jesús, también se rasga el velo del templo (Mc. 15,38), la cortina que separaba el lugar de la presencia de Dios con el resto del mundo. Dios se hace presente en nuestra historia, la tierra forma parte de la vida del cielo. ¿Acaso no será un reto para todos nosotros, bautizados, de ir construyendo el cielo en esta tierra?
“Apenas salió del agua, vio… al Espíritu que bajaba hacia él…” (Mc. 1,10): El “agua”, que limpia por fuera, nos muestra al Espíritu que limpia por dentro y nos otorga la gracia divina, la vida, la fuerza de Dios,… para seguir a Jesús, para vivir como Él vivió,…
“Se oyó una voz desde los cielos: Tú eres mi Hijo amado, en ti me complazco” (Mc. 1,11): Es el segundo título que recibe Jesús en este Evangelio y ha sido dado por Dios, “…mi Hijo amado,…”. Lo mismo sucedió en nuestro Bautismo: Dios, desde el cielo, emocionado, decía de ti y de mí: “Este es mi Hijo amado… ¿Que no escuchamos esa voz? Te lo repite diariamente pero, no lo escuches con los oídos, escúchalo con el corazón,… ¿Cómo? ¿Que el corazón no escucha? Pregúntaselo a unos enamorados. Y Dios está enamorado de ti y de mí.
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ACTUALIZACIÓN DE NORMAS ANTI COVID-19
(continuación)
La norma reciente de 4 personas máximo para reuniones sociales no afecta a las reuniones pastorales que siguen regidas por las normas para actividades educativas no regladas que marca un límite de 50% del aforo en las instalaciones manteniendo la distancia y con uso obligatorio de mascarillas. Con estas normas podemos seguir haciendo las reuniones en los salones parroquiales, sólo usamos el salón grande que reúne mejores condiciones para mantener la distancia, cuando coinciden dos reuniones en el mismo horario usamos también la sala capitular en la sacristía. Así que a pesar de las restricciones podemos seguir haciendo algunas de las actividades pastorales.
Y seguimos cuidando las normas de distancia, uso de hidromel y limpieza en las celebraciones en la iglesia gracias a la ayuda de muchas personas que siguen colaborando para hacerlo posible.
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UN AÑO DEDICADO A SAN JOSÉ
(continuación)
“Patris corde”, “con corazón de padre”, “…así José amó a Jesús,…”, comienza diciéndonos el Papa. ¿Y quién es San José? “…un humilde carpintero (cfr. Mt. 13,55), desposado con María (cfr. Mt. 1,18; Lc. 1,27); un hombre justo (Mt. 1,19), siempre dispuesto a hacer la voluntad de Dios… Tuvo la valentía de asumir la paternidad legal de Jesús,…”. Para aquella época, un hombre que no destacaría entre la multitud de varones de Israel. Por ello, el Papa Francisco termina la introducción a su Carta, reflexionando como lo hacía en los momentos en que vivíamos confinados: “…nuestras vidas están tejidas y sostenidas por personas comunes -corrientemente olvidadas- que no aparecen en portadas de diarios y de revistas,… Cuánta gente cada día demuestra paciencia e infunde esperanza, cuidándose de no sembrar pánico sino corresponsabilidad. Cuántos padres, madres, abuelos y abuelas, docentes muestran a nuestros niños, con gestos pequeños y cotidianos, cómo enfrentar y transitar una crisis readaptando rutinas, levantando miradas e impulsando la oración. Cuántas personas rezan, ofrecen e interceden por el bien de todos” (Papa Francisco: “Meditación en tiempos de pandemia”: 27.Marzo.2020).
1. Padre amado:
El Papa Francisco, siguiendo los pensamientos de S. Pablo VI, afirma, “La grandeza de s. José consiste en el hecho de que fue el esposo de María y el padre de Jesús. En cuanto tal, entró en el servicio de toda la economía de la encarnación, como dice san Juan Crisóstomo”.
Es más, añadirá el Santo Padre, “Por su papel en la historia de la salvación, san José es un padre que siempre ha sido amado por el pueblo cristiano,…” y sigue enumerando la cantidad de Iglesias, institutos religiosos, hermandades, grupos eclesiales,… que llevan su nombre y se inspiran en su espiritualidad. Incluso, algunos santos, le tuvieron gran devoción, como es el caso de Teresa de Ávila. Incluso, los libros de devociones, suelen tener alguna oración dirigida a San José.
Termina este apartado indicando el Papa Francisco: “La confianza del pueblo en san José se resume en la expresión ‘Ite ad Ioseph’,…”, ‘Id a José”, que hace referencia a José, el hijo de Jacob que, después de ser vendido como esclavo a Egipto, llegó a ser virrey del país, y cuando el pueblo le pedía comida al Faraón, por sufrir hambre en el país, así les respondía el Faraón. Esta expresión ha quedado marcada en el pueblo cristiano, que pide a San José pan, trabajo, incluso, la buena muerte.
2. Padre en la ternura:
“José vio a Jesús progresar día tras día ‘en sabiduría, en estatura y en gracia ante Dios y los hombres’ (Lc. 2,52)”, señala el Papa Francisco. Y añade, “Jesús vio la ternura de Dios en José:…”.
Nos quejamos de nuestras debilidades, y nos olvidamos que la historia de la salvación se realiza en este mundo “…a través y a pesar de nuestra debilidad… debemos aprender a aceptar nuestra debilidad”. El demonio “…nos hace mirar nuestra fragilidad con un juicio negativo, mientras que el Espíritu la saca a la luz con ternura. La ternura es el mejor modo para tocar lo que es frágil en nosotros”. Así, el Papa Francisco nos invita a encontrarnos con esta ternura de Dios en el sacramento de la confesión. Y termina este punto diciéndonos, “José nos enseña que tener fe en Dios incluye además creer que Él puede actuar incluso a través de nuestros miedos, de nuestras fragilidades, de nuestra debilidad. Y nos enseña que, en medio de las tormentas de la vida, no debemos tener miedo de ceder a Dios el timón de nuestra barca”.
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