6 de abril de 2025
El miércoles próximo, día 9 de abril de 2025, saldremos, a las 18h45, desde nuestra iglesia de Santiago todos juntos, en Peregrinación, hacia la Concatedral de La Redonda, donde atravesaremos la puerta del Jubileo y celebraremos el Sacramento de la Reconciliación (habrá sacerdotes disponibles) desde las 19h00 hasta las 20h00, concluyendo con la Eucaristía presidida por nuestro Obispo.
El pecado daña nuestra relación filial con Dios. Amarás pues al señor tu Dios con todo tu corazón con toda tu alma y con todas tus fuerzas.
El pecado daña nuestra relación fraternal con los demás. Os doy un mandamiento nuevo: que os améis unos a otros; como yo os he amado, amaos también unos a otros.
El pecado daña nuestra libertad de hijos de Dios. Por tanto, sed perfectos como vuestro padre celestial es perfecto.
Hoy vemos a Jesús «escribir con el dedo en la tierra» (Jn 8,6), como si estuviera a la vez ocupado y divertido en algo más importante que el escuchar a quienes acusan a la mujer que le presentan porque «ha sido sorprendida en flagrante adulterio» (Jn 8,3).
Llama la atención la serenidad e incluso el buen humor que vemos en Jesucristo, aún en los momentos que para otros son de gran tensión. Una enseñanza práctica para cada uno, en estos días nuestros que llevan velocidad de vértigo y ponen los nervios de punta en un buen número de ocasiones.
La sigilosa y graciosa huida de los acusadores, nos recuerda que quien juzga es sólo Dios y que todos nosotros somos pecadores. En nuestra vida diaria, con ocasión del trabajo, en las relaciones familiares o de amistad, hacemos juicios de valor. Más de alguna vez, nuestros juicios son erróneos y quitan la buena fama de los demás. Se trata de una verdadera falta de justicia que nos obliga a reparar, tarea no siempre fácil. Al contemplar a Jesús en medio de esa “jauría” de acusadores, entendemos muy bien lo que señaló santo Tomás de Aquino: «La justicia y la misericordia están tan unidas que la una sostiene a la otra. La justicia sin misericordia es crueldad; y la misericordia sin justicia es ruina, destrucción».
Hemos de llenarnos de alegría al saber, con certeza, que Dios nos perdona todo, absolutamente todo, en el sacramento de la confesión. En estos días de Cuaresma tenemos la oportunidad magnífica de acudir a quien es rico en misericordia en el sacramento de la reconciliación.
Y, además, para el día de hoy, un propósito concreto: al ver a los demás, diré en el interior de mi corazón las mismas palabras de Jesús: «Tampoco yo te condeno» (Jn 8,11).
Segundo Martes – Adoración Eucaristica