Santiago el Real

BOLETÍN PARROQUIAL No 138

SABOREAR LA PASCUA

A veces sentimos que una lápida ha sido colocada pesadamente en la entrada de nuestro corazón, sofocando la vida, apagando la confianza, encerrándonos en el sepulcro de los miedos y de las amarguras, bloqueando el camino hacia la alegría y la esperanza. Son “escollos de muerte” y los encontramos, a lo largo del camino, en todas las experiencias y situaciones que nos roban el entusiasmo y la fuerza para seguir adelante.

La Pascua de Cristo es la fuerza de Dios, la victoria de la vida sobre la muerte, el triunfo de la luz sobre las tinieblas, el renacimiento de la esperanza entre los escombros del fracaso. Es el Señor, Dios de lo imposible que, para siempre, hizo correr la piedra y comenzó a abrir nuestros sepulcros, para que la esperanza no tenga fin. Hacia Él, entonces, también nosotros debemos mirar.

  • Si nos dejamos llevar de la mano por Jesús, ninguna experiencia de fracaso o de dolor, por más que nos hiera, puede tener la última palabra sobre el sentido y el destino de nuestra vida. Desde aquel momento, si nos dejamos aferrar por el Resucitado, ninguna derrota, ningún sufrimiento, ninguna muerte podrá detener nuestro camino hacia la plenitud de la vida”.

    Jesús es nuestra Pascua, Aquel que nos hace pasar de la oscuridad a la luz, que se ha unido a nosotros para siempre y nos salva de los abismos del pecado y de la muerte, atrayéndonos hacia el ímpetu luminoso del perdón y de la vida eterna. Mirémoslo a Él, acojamos a Jesús, Dios de la vida, en nuestras vidas, renovémosle hoy nuestro “sí” y ningún escollo podrá sofocar nuestro corazón, ninguna tumba podrá encerrar la alegría de vivir, ningún fracaso podrá llevarnos a la desesperación.

BAJANDO LA EDAD

En este tiempo de Pascua, tiempo de anunciar el Amor de Dios, la fuerza de la Resurrección y los nuevos aires del Espíritu

….tras un maravilloso recorrido con las Cenas Alpha

….tras un retiro de Emaús hombres

….tras las actividades dirigidas por la Cofradía del Nazareno

….en las puertas del Retiro de Effetá -el próximo fin de semana dirigido a los jóvenes entre 19 y 30 años…

 ….en las puertas del cursillo prematrimonial

Os seguimos invitando a:

 Orar por todas las iniciativas parroquiales en las que proponemos a “gente de fuera” el caminar tras Cristo, Nuestro Señor, nuestra Alegría y nuestra Paz

 A invitar a esta “gente nueva”, que casi nunca, o muy esporádicamente, se acercaron a la Iglesia

 Que os propongáis para animar a jóvenes, a adolescentes, en actividades, encuentros, retiros… que les hagan “encontrarse con Jesucristo”

 Que nos deis ideas sobre qué proponer a los “dos mil jóvenes que pasan las noches de los jueves, viernes y sábado alrededor de nuestra iglesia”

Sabemos que la tarea tiene su dificultad, ¡como también es difícil educar a los hijos!; pero son tareas apasionantes en las que no estamos solos. Cristo Resucitado está y su Espíritu nos ilumina.

Esta es la tarea: “rebajar la edad” de los que compartimos nuestra fe en nuestra querida parroquia de Santiago el Real. ¡Contamos contigo!

EL EVANGELIO DEL DOMINGO

Hoy, Domingo II de Pascua, completamos la octava de este tiempo litúrgico, una de las dos octavas —juntamente con la de Navidad— que en la liturgia renovada por el Concilio Vaticano II han quedado. Durante ocho días contemplamos el mismo misterio y tratamos de profundizar en él bajo la luz del Espíritu Santo.

Por designio del Papa San Juan Pablo II, este domingo se llama Domingo de la Divina Misericordia. Se trata de algo que va mucho más allá que una devoción particular. Como ha explicado el Santo Padre en su encíclica Dives in misericordia, la Divina Misericordia es la manifestación amorosa de Dios en una historia herida por el pecado. “Misericordia” proviene de dos palabras: “Miseria” y “Cor”. Dios pone nuestra mísera situación debida al pecado en su corazón de Padre, que es fiel a sus designios. Jesucristo, muerto y resucitado, es la suprema manifestación y actuación de la Divina Misericordia. «Tanto amó Dios al mundo que le entregó a su Hijo Unigénito» (Jn 3,16) y lo ha enviado a la muerte para que fuésemos salvados. «Para redimir al esclavo ha sacrificado al Hijo», hemos proclamado en el Pregón pascual de la Vigilia. Y, una vez resucitado, lo ha constituido en fuente de salvación para todos los que creen en Él. Por la fe y la conversión acogemos el tesoro de la Divina Misericordia.

La Santa Madre Iglesia, que quiere que sus hijos vivan de la vida del resucitado, manda que —al menos por Pascua— se comulgue y que se haga en gracia de Dios. La cincuentena pascual es el tiempo oportuno para el cumplimiento pascual. Es un buen momento para confesarse y acoger el poder de perdonar los pecados que el Señor resucitado ha conferido a su Iglesia, ya que Él dijo sólo a los Apóstoles: «Recibid el Espíritu Santo. A quienes perdonéis los pecados, les quedan perdonados» (Jn 20,22-23). Así acudiremos a las fuentes de la Divina Misericordia. Y no dudemos en llevar a nuestros amigos a estas fuentes de vida: a la Eucaristía y a la Penitencia. Jesús resucitado cuenta con nosotros.

ACTIVIDADES DE LA SEMANA

.La parroquia publica también cada semana este Boletín Informativo digital que se distribuye por WhatsApp. Si quiere recibirlo envíe un mensaje al teléfono 636510356.