“…un rey… celebraba la boda de su hijo;…” (Mt. 22,2): Ambos per- sonajes se refieren a Dios Padre y a Jesús. El Reino de los cielos es una invitación gratuita que Dios nos hace, para vivir la alegría, el com- partir, la amistad,… infinitas del cielo, con Dios y con los demás. “… mando a sus criados para que llamaran a los convidados, pero no quisieron ir …agarraron a los convidados y los maltrataron y los mataron” (Mt. 22,2.6): Se refiere a aquellos profetas que, llamando a la conversión al pueblo de Israel, los rechazaron e, incluso, los mataron.
¿Aceptamos las innumerables invitaciones que Dios nos hace a convertirnos, a cambiar de vida, a vivir una vida acorde al Evangelio?
¿Nuestra participación en la Eucaristía de los Domingos la tomamos como una invitación de Jesús o como un acto oneroso al que acudimos por obligación?
Y el rey, al ver que los invitados no aceptan el convite, los rechaza (Mt. 22,7). Seguidamente, dice a sus criados: “Id ahora a los cruces de los caminos y a todos los que encontréis, llamadlos a la boda” (Mt. 22,9): Si Israel había rechazado la invitación de Dios, esta se extiende a toda la humanidad.
“Cuando el rey entró a saludar a los comensales, reparó en uno que no llevaba traje de fiesta…” (Mt. 22,11): Si hay que vivir la experiencia de alegría, del compartir, de la fraternidad,… en el cielo, habrá que vivirla previamente en la tierra. ¿Nos alegramos porque vivimos la fe de los cristianos? ¿Compartimos nuestra vida, nuestros bienes,… con el prójimo, y especialmente, con los más necesitados? Preguntándolo de otro modo, ¿se nos nota que somos cristianos?
De un modo u otro, por medio de la educación familiar, por medio de las catequesis, del consejo de una amistad,… mucha gente ha recibido los sacramentos,… ¿Cuántos viven su fe?,… es más, ¿vivo yo, después de casi 37 años, fielmente mi sacerdocio? No quiero juzgarme ni juzgar a nadie,… prefiero que sea Dios quien lo haga,… es más misericordioso que yo,… pero ahí está la grave advertencia que nos hace: “…muchos son los llamados, pero pocos los elegidos” (Mt. 22,14).