La escena comienza con una pequeña narración, en la cual se nos recuerda que son “…los once discípulos…” (Mt. 28,16) quienes acuden al encuentro con Jesús: Todavía queda en la memoria del evangelista la traición de Judas Iscariote (Mt. 26,47-50), que rompió el grupo de “los Doce”, y la indicación del lugar: “…a Galilea, al monte que Jesús les había indicado” (Mt. 28,16), sitio que evoca aquel en el que Jesús pronunció el Sermón de la Montaña (Mt. 5-7): ¿Cuáles son los lugares y los momentos en que experimentamos los encuentros con Jesús? Es importante la actitud de aquellos “once”: “Al verlo, ellos se postraron, pero algunos dudaron” (Mt. 28,17): La Resurrección de Jesús no sofoca las dificultades para verlo presente en nuestra vida de cada día; lo cual nos hace ver lo frágil que es nuestra fe: ¿En qué aspectos de nuestra fe creemos más, somos más obedientes a Jesús? ¿En qué cosas dudamos de su Palabra?
“Acercándose a ellos,…” (Mt. 28,18): Siempre es el Señor quien se acerca a nosotros, y sólo espera de nosotros que lo recibamos con el corazón abierto.
“Se me ha dado todo poder en el cielo y en la tierra” (Mt. 28,18): Esta autoridad de Jesús, recibida de Dios Padre, ¿nos hace tenerlo como guía de nuestra vida, en nuestras opciones, en nuestros planteamientos familiares, laborales,… políticos, sociales,…?
“Id, pues, y haced discípulos…” (Mt. 28,19): Son los únicos imperativos del texto,… es la voluntad de Jesús: ¿Cumplimos su mandato? Recuerda que la expresión incluye el “…bautizándolos…”, esto es, haciendo que participen los sacramentos, ¿a qué personas,… a cuántas invitamos a que vivan la Eucaristía dominical? Y “…enseñándoles…”: ¿Ejercemos nuestra tarea de “maestros en la fe”?
“Y sabed que yo estoy con vosotros todos los días, hasta el fin de los tiempos” (Mt. 28,20): ¿Siento esta presencia de Jesús en mi vida?, ¿a qué me invita el saber que “Él está conmigo”?.