“No se turbe vuestro corazón,…” (Jn. 14,1), no se perturbe, no se altere, no se entristezca,… ¿Cómo nos sentiríamos si, a la hora de hacer oración,… tras participar en los Sacramentos,… no sintiéramos nada?
Y, ante los mil sobresaltos que podamos padecer en nuestro ánimo, nos da un consejo: “…creed en Dios y creed también en mí” (Jn. 14,1); y una promesa de Vida Eterna: “En la casa de mi Padre hay muchas moradas; si no, os lo hubiera dicho, porque me voy a prepararos un lugar. Cuando vaya y os prepare un lugar, volveré y os llevaré conmigo, para que donde estoy yo estéis también vosotros” (Jn. 14,2-3): ¿Creemos que la muerte física es el comienzo de la vida para siempre con Dios Padre y con Cristo Resucitado?
Pero, ¿sabemos a dónde va?, ¿qué “camino” conocemos (Jn. 14,4-5) para encontrarnos con Él? Jesús es el “Camino” (Jn. 14,6), Él es el Buen Pastor al que hay que escuchar y seguir (Jn. 10,3-4), como nos decía el pasado Domingo. ¿Amo el camino de Jesús? Él es la “Verdad” (Jn. 14,6); Muchos nos lanzarán mil mensajes de vida placentera, de ídolos humanos, de enriquecimiento material,… Pero la “Verdad” sobre el único Dios nos la ha dicho Jesús: “Si me conocierais a mí, conoceríais también a mi Padre. Ahora ya lo conocéis y lo habéis visto” (Jn. 14,7). ¿Me esfuerzo en conocer más y mejor a Jesús? Él es la “Vida” (Jn. 14,6): Así nos lo decía el Domingo anterior: “Yo he venido para que tengan vida y la tengan abundante” (Jn. 10,10). ¿Trabajo por una vida digna para todos en este mundo? ¿Vivo deseando la Vida Eterna prometida por Jesús?
¿Qué conocemos a Dios Padre y lo hemos visto (Jn. 14,9)? Así es, los milagros de Jesús son las obras de Dios (Jn. 14,10); las buenas acciones de la Iglesia son obras de Dios (Jn. 14,10); el modo de actuar de los cristianos (Jn. 14,12), aquello bueno que, desde hace veintiún siglos hacemos todos los que creemos en el Dios de Jesucristo, son acciones de Dios; y en estas obras debemos ver a Dios Padre y a Jesús presentes y realizándolas.