En la parábola de Jesús se resalta desde un primer momento que, de entre las amigas de la novia, las había “…necias y …prudentes” (Mt. 25,2) y “…el esposo (novio) tardaba,…” (Mt. 25,5): La fidelidad y sabiduría se mide aquí por estar preparados y ser perseverantes con el mensaje de Jesús. Por ello, las “prudentes” no podrán compartir su aceite con las “necias” (Mt. 25,8-9). ¿No nos estará recordando Jesús aquello de “Vosotros sois la luz del mundo” (Mt. 5,14)? La “tardanza” del novio nos habla de la venida definitiva del Señor al final de los tiempos. Las doncellas están cansadas de esperar y se duermen; ¿no nos estará diciendo Jesús que nos examinemos si nuestra fe,… nuestras vidas, nuestras obras,… están “dormidas”?
El “novio” ha llegado, las “necias” han ido a comprar el aceite, y el cortejo, menos numeroso de lo que se había planeado, entra en la fiesta y se cierra la puerta (Mt. 25,10). Al llegar las “necias”, llaman: “Señor, señor, ábrenos”, y la respuesta es taxativa: “En verdad os digo que no os conozco” (Mt. 25,11-12). Que recuerda a aquella otra enseñanza de Jesús: “No todo el que me dice ‘Señor, Señor’ entrará en el reino de los cielos, sino el que hace la voluntad de mi Padre que está en los cielos” (Mt. 7,21). ¿Por qué “aceite” que hace iluminar las lámparas,… por qué buenas actitudes, siguiendo el Evangelio de Jesús, crees que eres “conocido” de Dios?
“Por tanto, velad, porque no sabéis el día ni la hora” (Mt. 25,13): Estar preparado y vigilante significa vivir, poner en práctica todo lo que Jesús ha enseñado.